“Como si fuera tan fácil”
“Si fuera fácil lo tendría ya “
“Prefiero hacerme a la idea de que no”
Estas y otras frases son recurrentes cuando se trata de atreverse a lanzar un proyecto nuevo o cambiar de trabajo, o emprender…
Y es que una cosa es pensar en lo que quieres, y otra cosa es dar permiso para que llegue.
Así es que te pregunto:
¿Estás dispuesto a aceptarlo cuando llegue?
¿Te has dado permiso para recibirlo?
¿En qué mejoraría tu vida cuando lo consigas?
¿Ya has alcanzado el estado de no resistirte? ¿O tienes reticencias, dudas, y tu mente te sabotea?
¿Qué es lo peor que puede pasar si no sale? ¿Y si te quedas cómo estás?
¿Compensa el miedo al fracaso no sentir el cosquilleo de emoción cuando te imaginas que es ya es tuyo?
En muchos aspectos, tener miedo es instintivo. Evitamos el peligro de forma natural. Todos nos agobiamos cuando nos proponemos un nuevo proyecto: las dudas sobre si nos saldrá bien, si valemos lo suficiente o si decepcionaremos a aquellos que nos importan.
Sin embargo, por muy difícil o imposible que parezca aquello que imaginamos, merece la pena intentarlo. Nuestra mentalidad hace mucho, por eso, si imaginas desde un principio tus metas, tus acciones se van a ir amoldando alrededor de ellas. Disfruta del camino y de las personas que este te brinda, sin olvidar la potencia de la imaginación sobre nuestros actos y los resultados.
Cuando imaginamos nuestro futuro ideal pocas veces somos conscientes de la longitud del camino, pues este, además de largo, probablemente esté lleno de obstáculos. Sin embargo, no hay mejor forma para darse cuenta de ello que empezar a andarlo y disfrutar con cada una de las lecciones que iremos aprendiendo.
¡Imagina y luego crea!
“Si no luchas por lo que quieres, no te lamentes por lo que tienes”-Anónimo-